Las nuevas tecnologías se han convertido en una potente herramienta de captación de víctimas de la Trata
En el año 2000, el Protocolo de Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, denominado Protocolo de Palermo, definía por vez primera en el artículo 3 la trata de personas como: la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
Trece años después, los estados miembros designaron el día 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata.
La campaña que realiza este año la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) tiene como lema “Uso y abuso de la tecnología”. Según la definición, la captación es una de las acciones que forman parte del delito de trata de personas.
En los últimos años, el incremento exponencial del uso de las tecnologías, ha convertido esta herramienta en un potente medio de conexión y comunicación. Prácticamente nadie en este planeta escapa al uso de las tecnologías para casi todo. Tanto es así, que se ha convertido también en una potente y actual forma de captación. Las redes sociales y en general todo el universo internet son utilizadas también con este objetivo. Según un estudio de la UNODC, durante la pandemia se incrementó considerablemente la captación de nuevas víctimas por este medio, entre ellas niños, niñas y personas que, debido a la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia, se habían visto abocados a situaciones de riesgo o mayor vulnerabilidad. En Perú, por poner un ejemplo, las redes sociales como forma de captación fueron utilizadas en el 80% de los casos.
Cada vez dedicamos más horas de nuestra vida a las redes sociales y a la oferta tecnológica a nuestro alcance. De todos es conocido el impacto que el uso excesivo y sin control de las tecnologías provoca en las personas y en su dimensión relacional. Entre los riesgos a los que nos enfrentamos están el Grooming, Ciberbullying, Phishing, Sexting , Hacking, etc. Nuevos términos y conceptos que definen un universo complejo con todas sus posibilidades y peligros.
Para los jóvenes, navegar por internet se ha convertido en una de las actividades más comunes y habituales cada día, prácticamente se trata de un nuevo estilo de vida y de relacionarse. Esto les expone aún más al riesgo de ser captados por las redes de trata de personas.
Otro de los aspectos negativos de las nuevas tecnologías es el acceso a la pornografía por internet, que facilita que los jóvenes se inicien cada vez a edad más temprana en el consumo de pornografía. Se estima que los niños con 12 años ya acceden a páginas con contenidos pornográficos. La pornografía, para muchos jóvenes, se ha convertido en el lugar donde se “educan” sexualmente. Los contenidos violentos y agresivos, la dominación sobre la mujer provoca que se acaben normalizando actitudes sexistas. Estas conductas promueven la cosificación de la persona, concretamente la mujer, como mero objeto de uso y disfrute. La pornografía podemos considerarla como la antesala de la prostitución; no es de extrañar, por lo tanto, que haya aumentado el consumo de prostitución por parte de hombres y chicos cada vez más jóvenes. No olvidemos que la trata de personas con fines de explotación sexual es una consecuencia de la prostitución.
Ante esta realidad, no podemos permanecer indiferentes. El papa Francisco nos lo recuerda constantemente. La trata de personas es un problema de todos y de todas. Conocer las causas, los riesgos y peligros nos permite estar alertas para prevenir y evitar más sufrimiento.
“(…) todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades- privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud (…) la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física y psicológica; es tratada como un medio y no como un fin (…)” (Papa Francisco. Fratelli Tutti, n. 24)
“La fuerza del cuidado. Mujeres, economía y trata de personas” ha sido el lema para la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata 2022, 8 de febrero, día de Santa Josefina Bakhita. En su mensaje, el papa Francisco menciona expresamente las “dramáticas consecuencias de modelos de relaciones fundados en la discriminación y en la sumisión” de las que cada año son miles las mujeres y niñas víctimas. “La trata de personas, a través de la explotación sexual, devuelve violentamente a las mujeres y niñas a su supuesto papel de subordinadas a la prestación de servicios sexuales, dispensadoras de placer, lo que vuelve a proponer un modelo de relaciones marcado por el poder del género masculino sobre el femenino.”
Frente a esta realidad, expresión de la cultura del descuido, se nos ofrece como única alternativa la cultura del cuidado. Solo desde el cuidado de la misericordia y el amor podemos transformarnos para lograr ser capaces de ver al otro como un hermano o una hermana. Solo así seremos capaces de respetar la dignidad de cada persona, sus derechos fundamentales, fomentando relaciones sanas entre iguales, que promuevan vínculos sólidos con los que construir una sociedad fraterna. “Reconocer la dignidad de la persona es el primer acto de cuidado”, como nos dice el papa Francisco.
Mª Francisca Sánchez Vara
Directora del Departamento de Trata de la Conferencia Episcopal Española
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