Hace unos días José Aumente, como es frecuente, se desplazó hasta la provincia de Barcelona para celebrar el bautizo del hijo de una familia circense. Dada la movilidad de circenses y feriantes, es habitual que un capellán se tenga que desplazar al lugar donde trabajan.

La vocación de sacerdotes, y laicos que desarrollan su vocación en la Pastoral de la Movilidad Humana es acompañar y atender a estas familias que tan a menudo no tienen una parroquia o una comunidad cristiana donde puedan celebrar los sacramentos. Mientras que la parroquia, con sus estructuras pastorales, sale al encuentro de las necesidades de la población cristiana que vive en su territorio, ayudándola a reconocerse en la comunidad local, para la gente de la feria y, sobre todo, para la del circo, es prácticamente imposible pertenecer a una comunidad eclesial tradicional. Es la Iglesia la que acude a su llamada.
La carpa del circo se llenó de alegría y de fiesta por la acogida de un nuevo hijo en el seno de la Iglesia, miembro de una familia de cinco generaciones de circenses,