El gobierno de España ha anunciado que el reglamento de la Ley de Extranjería va a ser reformado para que los jóvenes migrantes tutelados que cumplen la mayoría de edad (extutelados) puedan obtener su permiso de trabajo. Una reforma largamente anhelada por los mismos jóvenes y las entidades eclesiales y civiles que les acompañan. En una entrevista concedida a la Revista Ecclesia, Xabier Gómez OP, Director del Departamento de Migraciones de la CEE ha declarado que: «Esta reforma permitirá aprovechar su potencial, sus capacidades y sus ganas de aportar, construir e integrarse en la que es ahora su sociedad y su comunidad de acogida». Ese es quizá uno de los objetivos más importantes de la reforma aprobada el pasado martes.

¿Cómo se valora esta reforma del reglamento de extranjería?
Esta reforma ha tardado demasiado. Sin embargo, celebramos que el Gobierno por fin haya escuchado lo que desde hace tiempo las voces de tantos menores, jóvenes y entidades que trabajan junto a ellos venían reclamando: la necesidad de modificar el reglamento de una ley que, como gran parte de la actual ley de extranjería, penaliza a las personas migradas, en este caso a los menores de edad y jóvenes ex tutelados, dificultando su regularización administrativa y el acceso a los permisos de residencia y de trabajo. Es decir, poniendo obstáculos a la inclusión. Era una demanda largamente reclamada que contribuirá al bien de muchos menores y jóvenes ex tutelados. Otorga a los jóvenes y a las entidades, horizonte, motivación y mayores posibilidades de inclusión. No obstante, todavía queda por conocer “la letra pequeña” en la que se concretará, puesto que toda ley se presta luego a interpretaciones. Cuando llegue ese momento quizás sea conveniente otra valoración. En todo caso, estaremos atentos para poder celebrar o en su caso reclamar, que lo que se ha previsto se lleve a término.
También resultan esperanzadoras las expectativas anunciadas por el alto Comisionado para la Pobreza Infantil en el Congreso, respecto a la previsión de modificar próximamente desde el Ministerio de Inclusión el umbral de la renta para las solicitudes al Ingreso Mínimo Vital (IMV), teniendo en cuenta a los jóvenes que hayan sido extutelados y que perdieron esa tutela al cumplir los dieciocho años de edad. Se anuncian cambios en Ministerio respecto al IMV “para llegar a más familias” incluyendo a los menores que están tutelados hasta los dieciocho años. Veremos.
¿Puede considerarse un gran avance a la hora de dar respuesta a los derechos de los menores?
Es un avance. Aunque el gran avance sería contar con otra Ley de Extranjería dotada también de más medios para facilitar a las personas migradas la regularización de su situación administrativa, sea la que sea; para gestionar los flujos migratorios de otra manera desde los países de origen y la inclusión en el nuestro; para velar por el interés mayor de los menores y datar su edad de otro modo cuando es necesario. Para facilitar ante todo los permisos para acceder a un trabajo digno y otros derechos sociales que pertenecen a toda persona por el hecho de serlo. Las personas migradas independientemente de su edad, son sujetos de derechos y responsabilidades, como cualquier ciudadano. Esto les ha de ser reconocido por ley. Como dice el papa Francisco: “El gran tema es el trabajo, lo verdaderamente popular –porque promueve el bien del pueblo-, es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas (Fratelli Tutti, n. 162). El acceso al trabajo digno es la puerta para dignificar el proyecto de vida y para favorecer la inclusión y además, mejorar nuestra economía.
Por otro lado, me pregunto qué pasará con aquellos jóvenes que por su recorrido quedan fuera del alcance de esta modificación del reglamento, por ejemplo, aquellos que no fueron tutelados y están entre nosotros. Ni las administraciones ni la Iglesia les debemos ni podemos abandonar. Aunque ciertamente es al Estado y sus administraciones a quien primero corresponde esta responsabilidad.
Según Cáritas, demuestra la voluntad política de hacer realidad lo que numerosas entidades sociales venían reclamando desde hace años para el cuidado de los menores más vulnerables. ¿Cómo se va a facilitar la transición a la vida adulta de estos menores?
Principalmente creando un régimen jurídico específico para los menores no acompañados y para la juventud extutelada que recogerá como cambio principal la concesión del permiso de trabajo desde los 16 años (permiso que se mantendrá una vez cumplida la mayoría de edad) y la flexibilización de los medios económicos en las sucesivas renovaciones, (no se exigirá que sean propios y se aceptan los medios económicos provenientes de las entidades y de otras ayudas públicas). Estos elementos, además de los diferentes recursos de acompañamiento a la emancipación son indispensables a la hora de facilitar la inclusión de estos jóvenes.
¿Cuál es el trabajo de la Iglesia en el campo de la infancia y la inmigración? ¿Cómo combatimos la exclusión social de los adolescentes y jóvenes a quienes la Ley de Extranjería, por otro lado, reconoce como regulares a todos los efectos?.
En el campo de niños, adolescentes y jóvenes migrantes solos, en Iglesia seguimos aplicando los cuatro verbos que vertebran nuestra acción respecto a la pastoral con personas migradas. Cuatro verbos para ejercitar la maternidad que le es propia a la Iglesia: acoger, proteger, promover e integrar. Esto se realiza en gran medida, desde entidades e instituciones especializadas, la mayoría de la mano de la vida consagrada que realiza una inmensa labor en este campo, tanto en lugares de frontera como en pueblos y ciudades. Un trabajo que requiere colaboración con las administraciones y otras entidades a todos los niveles.
Recordemos que en lo relativo a aspectos relacionados con la protección y tutela de menores y jóvenes son las comunidades autónomas quienes tienen las competencias. Quizás hay que revisar hacia qué modelos de acogimiento caminamos desde los diseños políticos, si lo que hay está funcionado o no y en qué medida o porqué. Abrirse a nuevos modelos menos masivos y más personalizados y flexibles en plazos. En esto la vida consagrada y otros proyectos de Caritas hacen muy buena labor. En mi opinión, el mejor modelo es el que es capaz de ofrecer más contexto de “hogar” que de “centro”.
En el Departamento de Migraciones, fruto de la escucha, la colaboración y el trabajo de muchas de estas entidades de la vida consagrada, estamos preparando un documento marco con Orientaciones para acompañar como Iglesia a niños, niñas y jóvenes migrantes solos. Esperamos que contribuya a que también las parroquias y demás comunidades se abran a discernir el modo de responder a esta realidad donde detectamos tantas necesidades. Todos podemos aportar algo y ser agentes de hospitalidad e inclusión, además de agentes de evangelización. Desde luego ni la indiferencia, ni la hostilidad o el miedo forman parte del camino propuesto por la Iglesia, que es el de hacerse cargo de los vulnerables, con una mirada integral sobre la persona, la misericordia a través de la que anunciamos al Dios de la vida revelado en Jesús.