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Mensaje de los obispos para la Pascua del Enfermo 2023: No abandonar a quienes añaden a la enfermedad el peso de los años

  • Categoría de la entrada:Pastoral de la Salud
  • Tiempo de lectura:9 minutos de lectura

Mensaje de los Obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social
Pascua del Enfermo, 14 de mayo de 2023

Déjate cautivar por su rostro desgastado

No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones (Sal 71,9)

La cultura del descarte viene afectando a todo aquel que no es rentable ni favorece el bienestar, y particularmente a las personas mayores. Así lo reconoce el Santo Padre, el Papa Francisco, en la carta encíclica “Fratelli tutti”: “sucedió con las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir así. Pero en realidad algo semejante ya había ocurrido a causa de olas de calor y en otras circunstancias: han sido cruelmente descartados”[1]. Tenemos que aprender de esta lección la importancia del cuidado y de la compasión de los mayores para no repetir ese descarte. Es particularmente necesario y urgente no abandonar a quienes añaden a la enfermedad el peso de los años. Por ello, en la Campaña del Enfermo de este año 2023, hemos querido poner el acento en la importancia del cuidado de los mayores y nos proponemos de nuevo “dejarnos cautivar por su rostro desgastado” para tener sobre ellos una mirada “según el estilo de Dios, que es cercanía, compasión y ternura”[2].

El documento de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, “La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones”, nos será de gran ayuda para fomentar esa “mirada”, que nos permite descubrir el valor de la vejez y promover una actitud de estima hacia los mayores; nos hará más sensibles ante los particulares retos que se les presentan: la soledad no deseada ni buscada, la merma de sus facultades, la dependencia respecto de los demás, etc; nos ayudará a descubrir que no sólo son objeto de la actividad pastoral, sino, también, miembros activos, imprescindibles, en la tarea de evangelización, que pueden tener un papel educativo esencial en la transmisión de la fe, en la memoria de las raíces, en el testimonio de la oración; nos servirá para cuidar la espiritualidad de los ancianos, su necesidad de intimidad con Cristo y de compartir su fe, como una tarea de caridad en la Iglesia; y, en fin, nos enseñará a acompañarlos y dejarnos acompañar por ellos.

Es mucho lo que está en juego. “La vida es un don, en todo momento, y mientras sigamos sin dar valor a la vejez tampoco sabremos dar valor ni siquiera a la vida naciente y a los niños, a los enfermos y a cualquiera que manifieste una forma de ser diferente de ese ideal ficticio de perfección hedonista y narcisista del que están empapados la posmodernidad y el mercado. Es hora de actuar, para que los que avanzan en años puedan envejecer con dignidad, sin temor de ser rechazados y de no contar para nadie. Por esta razón, debemos cambiar el activismo de algunos contextos eclesiales en una actitud de mayor escucha, cuidado y discernimiento de las necesidades de aquellos que van más despacio porque sus fuerzas se debilitan, pero que pueden ser una parte viva y activa de la sociedad”. [3]

Conviene más que nunca realizar una reflexión cuidadosa, clarividente y honesta sobre cómo la sociedad contemporánea debería “acercarse” a la población de edad avanzada. En ese sentido, las diócesis, las parroquias y todas las comunidades eclesiales están invitadas a realizar una reflexión honesta que nos permita una nueva visión, un nuevo paradigma, para cuidar mejor a nuestros mayores. Más que estrategias, se necesitan relaciones humanas de las que surjan redes de colaboración y solidaridad entre diócesis, parroquias, comunidades laicas, asociaciones y familias. Necesitamos redes sólidas con raíces fuertes, no iniciativas fragmentadas y frágiles. [4] Tengamos en cuenta que los proyectos más grandes surgen a veces de las semillas más pequeñas, como del grano de mostaza, siendo germen de una nueva humanidad.

Encomendamos a la intercesión de María a los mayores, a sus familiares y a cuantos los acompañan. Al mismo tiempo, le pedimos a nuestra Madre que nos ayude a no rechazarlos ni abandonarlos en la vejez, justamente cuando más nos necesitan.

                                                                       + Jesús Fernández González

                                                                       + Vicente Ribas Prats

                                                                       + Abilio Martínez Varea

                                                                       + Javier Vilanova Pellisa

                                                                       + Fernando García Cadiñanos

                                                                       + Ernesto Jesús Brotóns Tena


[1] Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 3 de octubre 2020, n 19.

[2] Papa Francisco, «Cuida de él». La compasión como ejercicio sinodal de sanación, Mensaje para la XXXI Jornada Mundial del Enfermo 2023.

[3] Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Conclusiones del primer Congreso Internacional de la pastoral de las personas mayores, “La riqueza de los años”, 21-23 de enero de 2020.

[4] cf. Academia Pontificia para la Vida, La vejez: nuestro futuro. La condición de los ancianos después de la pandemia, 2 de febrero de 2021.