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Carta del Obispo de Mallorca: «Educación, espiritualidad ecológica y cambios de estilos de vida»

  • Categoría de la entrada:Ecología Integral
  • Tiempo de lectura:4 minutos de lectura

«La matanza de los inocentes» es el título que podríamos aplicar a cualquier guerra del siglo XXI, guerras conocidas y desconocidas. No hay nada que sea proporcionado, todo supera cualquier previsión y el odio gana terreno, las posibilidades de hacer mal y extenderlo son cada vez más infinitas. Nadie sabe cuál es la solución a tantos conflictos, los grupos en conflicto se culpabilizan mutuamente, mientras los políticos defienden sus propios intereses bastantes veces tan lejos de la defensa de los derechos humanos y las necesidades del pueblo.

Entonces, cuando las cosas son así, es la gente, es el pueblo inocente el que es masacrado. ¿Es posible que haya más de mil niños que, con muchos más muertes y heridos, sean las víctimas inocentes más numerosas? Con el corazón encogido y la mente perpleja recibimos cada instante noticias que nos sitúan en el desconcierto.

Los medios de comunicación hacen que contemplemos con dolor unas guerras en directo, la retransmisión de conflictos bélicos que suceden al momento. Esta inmediatez nos hace ver que no se trata de una película, ni de una representación escénica. Son guerras reales, en las que el mundo entero contempla con horror a los que matan y a los que mueren. ¡Inconcebible! ¿Es posible que el odio organizado y declarado genere tanta violencia y la obsesión por un poder injusto sea la causa de tanta destrucción? ¿Por qué se rehúsa el diálogo, la negociación, la apertura de corredores humanitarios? ¿Por qué se obstaculiza la entrada de camiones con alimentos y víveres de primera necesidad, al mismo tiempo que no paran los bombardeos sobre la población civil? ¡En una guerra, todos perdemos!

Desde el primer momento del conflicto entre Israel y Hamás, como a lo largo de tantas otras guerras como la de Ucrania, no hemos parado de acudir a la plegaria respondiendo a tantas voces que nos invitan y que provienen del clamor angustioso de un pueblo que sufre y pide ayuda. También aquí, en nuestra Iglesia de Mallorca, somos sensibles y estamos preocupados por cómo se suceden los acontecimientos en la tierra de Jesús, una tierra por la que los cristianos católicos sentimos una estima especial, por eso hemos intensificado la plegaria y manifestado el rechazo a toda acción violenta, venga de quien venga, y condenamos cualquier ataque o acto terrorista a instituciones y personas. Nos unimos -así nos lo ha pedido el papa Francisco con insistencia- en la oración por la paz en Israel y Palestina, mostrando así nuestra solidaridad con las comunidades judías, cristianas y musulmanas y con todas las personas afectadas por la escalada de la violencia, especialmente concentrada en la castigada Gaza y en otros lugares donde las sofisticadas bombas caen constantemente sobre gente inocente.

Cada celebración de la Eucaristía ha sido el lugar privilegiado para elevar al Dios de la Paz una plegaria confiada y hemos manifestado así nuestra confianza en que Dios puede cambiar los corazones más endurecidos y convertirlos en actores de paz. Así, os invito a que lo hagamos ahora también con las palabras de la liturgia eucarística: «Pues, en una humanidad dividida por las violencias y las discordias, tú
diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación. Tu Espíritu mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión. Con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza». Una vez más, desde este espacio de comunicación y plegaria, pidamos que se acabe la violencia y se abran nuevos y definitivos caminos de paz.

+ Sebastià Taltavull

Obispo de Mallorca