Mensaje para la fiesta de la Virgen del Carmen – 1998
Un año más, en torno a la fiesta de la Virgen del Carmen, tan entrañable para todas las gentes del mar, nuestros puertos volverán a rivalizar en festejos y procesiones para honrar a su Madre y Patrona, la Estrella de los mares.
El lema propuesto para la fiesta de este año -«Navegar con el Espíritu«– sintoniza con la orientación que el Santo Padre ha querido señalar a toda la Iglesia en su itinerario de preparación para el próximo Jubileo del año 2000: la presencia y la acción del Espíritu Santo. También las gentes del mar son invitadas a dirigir su atención a la acción, invisible pero siempre eficaz, del Espíritu. Quiera Dios que, en los océanos y mares del ancho mundo, la Iglesia acierte a navegar con rumbo seguro, bajo el impulso del Espíritu, llevando a toda la humanidad hasta Cristo, el puerto de salvación.
En este mensaje que el obispo promotor del Apostolado del Mar acostumbra a dirigir con motivo de la fiesta del Carmen, quiero este año subrayar tres puntos:
1.- El éxito del XX Congreso Mundial del Apostolado del Mar, celebrado en Davao (Filipinas) en octubre pasado: 250 delegados de más de 50 países compartimos la preocupación de la Iglesia por el bien espiritual y material de las gentes del mar, en un clima de trabajo serio, de buena amistad y de celebraciones litúrgicas, disfrutando de la tradicional hospitalidad del pueblo filipino.
El tema central del Congreso fue: «Gentes de la Mar, colaboradores con Dios en la Creación». La Humanidad, creada a imagen de Dios, debe sentirse llamada a colaborar con Dios mediante el uso, cuidado y desarrollo de los mares según la voluntad divina. Sin embargo, en todas partes se constata en nuestros días:
- la explotación de los recursos al servicio egoísta del beneficio económico;
- la falta de consideración a la dignidad, a los valores y a la integridad de las personas y sus familias;
- la despreocupación de algunos gobiernos por el bienestar de los pescadores;
- el uso irresponsable de los recursos naturales;
- el transporte marítimo de productos nucleares y de otros materiales peligrosos, así como el vertido incontrolado de productos químicos contaminantes, con la destrucción de los tradicionales bancos de pesca costeros.
El Congreso detectó también la ausencia del Apostolado del Mar en muchos puertos, la falta de suficientes agentes de pastoral, dedicados a este apostolado, así como la necesidad de promover su debida preparación especializada.
2.– La importancia de la Carta Apostólica de Juan Pablo II, titulada «Stella Maris». Es, en toda la historia del apostolado marítimo, el documento pontificio de más alto rango y manifiesta el interés del Santo Padre por este campo de la evangelización de la Iglesia. Todas las comunidades cristianas, pero en especial las más vinculadas a las gentes del mar, deberán tomar en consideración las directrices de este documento pontificio para su trabajo pastoral. El Congreso Mundial de Davao le dedicó una atención particular y expresó su gratitud al Papa por su aliento y orientaciones.
Una expresión más de la solicitud pontificia por el vasto mundo de la migración ha sido la promoción cardenalicia de Mons. Giovanni Cheli, Presidente del Pontificio Consejo para las Migraciones y animador también del último Congreso Mundial del Apostolado del Mar.
3.– A lo largo de estos meses la acción pastoral de nuestros puertos y parroquias marítimas se desenvuelve con renovada ilusión, aunque con la conciencia clara de que todavía queda mucho que hacer. Si el año pasado tuvimos la dicha de ver cómo se abría un nuevo centro de Stella Maris en Vigo, este año ha sido un puerto andaluz el que ha coronado con el éxito los esfuerzos de un puñado de apóstoles entusiastas: en marzo se inauguró el Stella Maris de Málaga. Se advierte también una presencia mayor de la Iglesia en los puertos principales del archipiélago canario, así como en el litoral de Almería y en otros lugares.
Dios mediante, en febrero el año próximo celebraremos en la ciudad de Santander la Asamblea Nacional de Apostolado del Mar. Me atrevería a pedir que nos preparásemos a este encuentro tratando de impulsar con renovado entusiasmo: en nuestros grandes puertos, dedicados preferentemente a la marina mercante -encrucijadas de hombres de tan diversas naciones, lenguas, culturas y religiones-, centros de acogida en los que la Iglesia pueda ofrecer desinteresadamente sus múltiples servicios. ¿Por qué no aprovechar los modernos adelantos técnicos para enlazar mejor con red electrónica los diversos centros regionales? Era ésta una de las propuestas del Congreso Mundial de Davao. Esta conexión y coordinación facilitaría más la comunicación de barco a tierra en beneficio de los marinos y sus familias. En ocasiones sería también un buen medio para todo tipo de asistencia -incluida la legal- en favor de marineros y pescadores en las parroquias con importantes contingentes de pescadores, urge potenciar o crear equipos de colaboradores a fin de que mantengan viva la sensibilidad de las comunidades cristianas y las animen a ofrecer los debidos servicios a quienes se dedican a las duras tareas de la pesca y a sus familias. El ejemplo de algunas parroquias que así lo están haciendo servirá de estímulo a las demás.
Que la Virgen María, Estrella de los Mares, tan vinculada a la presencia santificadora del Espíritu Santo en la Encarnación y en Pentecostés, interceda por nosotros, a fin de que la Iglesia, alentada por el Espíritu, navegue sin naufragios hasta arribar al puerto de llegada. Así se lo pedimos al celebrar un año más su popular festividad del Carmen.