En su mensaje, a la luz del texto evangélico de la Transfiguración (Mt 17, 1-9), el papa Francisco nos invita a reflexionar sobre la relación que existe entre el camino cuaresmal y el sinodal.
“Ponerse en camino”
La cuaresma es un compromiso para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús, para ello es necesario “ponerse en camino”, dejándonos conducir por Él, distanciándonos de mediocridades y vanidades. Un camino cuesta arriba, que siempre requiere” esfuerzo, sacrificio y concentración”, exigencias también necesarias para el camino sinodal.

Este camino no lo hacemos en solitario. A Jesús hemos de seguirlo juntos para descubrir el verdadero rostro del Señor. Camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.
“Artesanos de la sinodalidad”
La meta es la transfiguración personal y eclesial, y para alcanzarla hemos de transitar por dos vías: la primera es la escucha del Señor, ante todo en la Palabra, pero también a través de los hermanos y hermanas necesitadas de ayuda. También, escuchar “a nuestros hermanas y hermanas en la Iglesia”, algo que “siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal”. La segunda vía es la de evitar refugiarse en un modelo de religiosidad y de prácticas “piadosas”, que no ayudan a afrontar cristianamente la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. Es necesario bajar al llano y, sostenidos por la gracia experimentada en el monte, ser artesanos de la sinodalidad en nuestras comunidades desde la escucha, el diálogo y el caminar juntos, especialmente con los más pobres.
Vicente Martín Muñoz
Director del Secretariado de la Subcomisión de Acción Caritativa y Social de la CEE