Durante los días 15 y 16 de Noviembre de 2003 se han celebrado las X Jornadas Generales de Pastoral Obrera en la Casa de Espiritualidad de San José de El Escorial. En estas Jornadas han participado delegaciones diocesanas de 25 diócesis, representantes de religiosos y religiosas en el mundo obrero, responsables y consiliarios de distintos movimientos y comunidades que trabajan en el seno de la Pastoral Obrera. Dichas Jornadas han estado presididas por Mons. D. Antonio Algora, Obispo de Ciudad Real y responsable del Departamento de Pastoral Obrera en la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar.
Marco histórico del conflicto social
Con el título “Marco histórico del conflicto social, sus manifestaciones y retos a la Pastoral Obrera”, en estas Jornadas se ha presentado el trabajo que, sobre esta cuestión, ha desarrollado un grupo creado para este fin por el Consejo Asesor de Pastoral Obrera. Alfonso Alcaide, sociólogo y militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Sevilla, ha sido el coordinador de este grupo y la persona que ha presentado el primer resultado de este trabajo. En un primer momento de su exposición, Alfonso Alcaide explicó cuál es la matriz del conflicto social. Partiendo de la relación entre las necesidades humanas y el trabajo, constató la ruptura actual entre estas dos dimensiones en el sistema capitalista, lo cual provoca que el trabajo humano se haya convertido en una mercancía más, en un factor más de producción y de consumo. La inmediata consecuencia de esto es la conversión del ser humano en un instrumento. Se destaca, en este sentido, la creciente precarización de las condiciones laborales (tal y como podemos ver en la sangrante realidad de los accidentes laborales) y la creciente deshumanización de las condiciones de existencia del ser humano (que atrofia dimensiones esenciales de la persona como son la familia, la educación, la cultura y el consumo). Llegados a este punto, hemos definido el conflicto social como el proceso histórico de ruptura progresiva de la naturaleza humana para convertirla en instrumento maximizador de producción y consumo.
Dimensión cultural
En un segundo momento, la exposición giró en torno a la dimensión cultural del conflicto social, donde se constató la construcción de un modelo productivo basado en un sistema de valores y creencias que identifica al individualismo con las necesidades humanas, el hedonismo con la capacidad de hacer del ser humano y la racionalidad con la única fuerza dinamizadora. Este proceso choca de frente con el planteamiento de la fe, la cual nos impulsa al seguimiento de Jesucristo, nos invita a ensayar formas de vida comunitarias que puedan transmitir un nuevo estilo de vida más coherente y comprometido, y nos exige intensificar la cohesión eclesial, el diálogo y la comunión al servicio de los más pobres y empobrecidos.
La consecuencia más importante de este planteamiento es la necesidad de una nueva perspectiva que priorice la dimensión antropológica y teologal del compromiso creyente como medio de encuentro con las víctimas del conflicto social y como medio de transformación del sistema.
Todo esto fue debatido por los participantes desde la óptica de las potencialidades, retos y líneas de trabajo que se plantean a la Pastoral Obrera.
El Encuentro finalizó con el unánime deseo de que todo este trabajo dé sus frutos en los movimientos, comunidades, grupos de Pastoral Obrera y en toda la Iglesia.